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Cerca de 800 periodistas de medios de comunicación nacionales han participado con sus opiniones en este proyecto.

Más del 65% de los periodistas considera necesaria la especialización para informar sobre infancia y violencia.

El 65,39% de los periodistas españoles considera que es necesario estar especialiado para poder informar sobre infancia y violencia, según un informe realizado por un grupo de profesionales de los medios de comunicación por encargo y bajo la supervisión científica del Centro Reina Sofía para el estudio de la Violencia.

En el estudio se recoge también que el 91,3% de los periodistas encuestados afirma que la opinión del experto es fundamental cuando se tratan estos temas, si bien, sólo el 54% utiliza como fuentes las encuestas de organismos oficiales y entidades con prestigio en la materia o las aportaiones de personas entendidas. Además, un 64,05% opina que la mayoría de  los medios da cabida a todo tipo de sucesos, informes y encuestas, sin contrastar la fuente.
Entre otras aportaciones, esta investigación pionera en su ámbito, ofrece un código con 14 recomendaciones, fruto de la opinión de 775 periodistas de toda España, periodistas de otros países y expertos de todo el mundo, sobre los contenidos técnicos y éticos que ha de reunir la información sobre infancia y violencia.

 

Conclusiones del estudio:

A la hora de informar sobre infancia y violencia el periodista debe ser parte de la solución, no  parte del problema. Por ello, sería recomendable tener en cuenta las siguientes sugerencias, fruto  de la opinión de 775 profesionales de la información de toda España, periodistas de otros países  y expertos que han participado en el Foro Internacional “Infancia y Violencia”, organizado por  el Centro Reina Sofía en Valencia (marzo de 2007): 

—Informar de los sucesos relacionados con niños como si estos fueran tus propios hijos. Es  decir, ponerse en el papel de las familias afectadas. A la hora de informar de estos asuntos  no vale todo: la protección de menores es un derecho fundamental reconocido  internacionalmente y como tal debe respetarse. Los menores son sujetos de derecho con  plenos poderes. 
—Aplicar los principios éticos elementales en el ejercicio de la profesión periodística. Buscar la  veracidad de la información sin precipitaciones, con discreción y transmitirla con  imparcialidad, rigor, transparencia y responsabilidad.
—Extremar el rigor y el celo profesional, confirmar el rumor y contrastar la información para  no magnificarla, garantizar su credibilidad y ajustar su trascendencia para no alarmar.
—Contextualizar los sucesos: evitar informar sobre casos aislados e impactantes sin abordar sus  causas y consecuencias. Valorar a tiempo la repercusión de lo que se publica o difunde,  porque nuestro trabajo como periodistas va a influir en los ciudadanos del mañana y en su  entorno familiar y social.
—A priori, cualquier periodista está preparado para cubrir una información sobre infancia y  violencia. Sin embargo, la especialización resulta clave para contextualizar este fenómeno y  abordar en profundidad sus causas, y sus efectos a corto, medio y largo plazo.
—Respetar la privacidad y confidencialidad de los menores, sean víctimas o agresores. En  ninguno de los casos publicar su identidad, imagen, ni datos de su entorno que contribuyan  a su identificación.
—Centrar más la atención informativa en el agresor y no tanto en la víctima. Evitar tanto la  demonización del agresor como la justificación de sus actos. Somos periodistas, no jueces.  No caer en la victimización de los menores que padecen violencia.
—No discriminar en función de nacionalidad, raza, religión, sexo, etc.
—No caer en el morbo ni el sensacionalismo. No utilizar las noticias sobre infancia y violencia  para elevar la audiencia o incrementar la difusión del medio. Evitar el circo mediático y los  reality shows, así como el comercio con sucesos sobre infancia y violencia.
—Evitar los detalles sobre el modus operandi de los agresores que puedan provocar un efecto  de imitación. Ser muy cuidadosos con la información, con el lenguaje y no difundir las  imágenes grabadas por los propios jóvenes.
—Contar con la opinión de los expertos para contextualizar las informaciones. Evitar  testimonios especulativos de familiares, allegados o falsos testigos. Dar la palabra a los  menores en el caso de que su denuncia sirva para mejorar la situación de la infancia.
—Promocionar el trabajo de entidades dedicadas a erradicar la violencia en el ámbito de los  niños e incluir en las informaciones datos sobre organismos, instituciones y asociaciones que  puedan servir de ayuda o apoyo a las víctimas. Ejercer una labor de control hacia aquellos  organismos tanto públicos como privados que no cumplan su función de protección a la  infancia.
—Analizar el fenómeno de la violencia y la infancia dentro de una problemática global de  educación y valores. En este sentido, el papel de servicio público de los medios resulta clave.  Más allá de denunciar la situación de las víctimas infantiles, contribuyendo a erradicar el  silencio cómplice que en muchas ocasiones rodea los abusos a menores, deben fomentar la  sensibilización social hacia este problema, su prevención, además de promover el debate  público.
—Articular mecanismos de cooperación, consulta y apoyo entre periodistas y organizaciones  periodísticas de distintos países con el fin de difundir situaciones de la infancia especialmente  dramáticas, que afectan a los países del Tercer Mundo y en vías de desarrollo. 

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Centro Reina Sofía