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En Sierra Leona, Guerra y Paz, el misionero español Chema Caballero y el fotoperiodista Gervasio Sánchez, a través de valiosos testimonios gráficos y orales, nos muestran el retrato de las víctimas de aquella guerra, sus esfuerzos por rehabilitarse y las esperanzas suscitadas por el proceso de paz. Un reportaje fotográfico de la guerra en uno de los países más pobres del mundo y del proyecto de rehabilitación de niños y niñas soldado más coherente a nivel mundial. 
 
Guerra
La guerrilla sierraleonesa inició el asalto de Freetown el 6 de enero de 1999, ocupando casi todo su casco urbano y destruyendo centenares de casas. En las semanas anteriores había avanzado por todo el país aterrorizando a la población civil y provocando su desplazamiento masivo.
La batalla de Freetown duró dos semanas. La lucha encarnizada calle por calle sembró la ciudad con más 7.000 cadáveres. Miles de civiles sufrieron terribles amputaciones o fueron ejecutados sumariamente. Entre los rebeldes había miles de niños y adolescentes secuestrados de sus aldeas, que combatieron drogados y cometieron atrocidades. Todos los protagonistas del conflicto armado financiaron sus actividades con la explotación o el control de las riquísimas minas de diamantes. 
En  2000 se produjo un nuevo rebrote bélico que duró varios meses. Varios periodistas sierraleoneses y extranjeros perdieron la vida cubriendo la guerra sierraleonesa. Entre ellos, el español Miguel Gil y el estadounidense Kurt Schork, muertos en una emboscada el 24 de mayo de 2000.
 
Las víctimas de amputaciones
La amputación fue la macabra singularidad de la guerra de Sierra Leona. La guerrilla del Frente Revolucionario Unido (RUF) generalizó su práctica a partir de 1995. Era una herramienta de control que provocaba el terror entre la población. El número de víctimas superó con creces los 3.000. Los verdugos eran niños soldados obligados a realizar atrocidades por jefes sin escrúpulos.
Algunas organizaciones humanitarias desarrollaron prótesis decentes para suplir la falta de piernas.   Pero las soluciones para los afectados por amputaciones en sus extremidades superiores eran más difíciles e infinitamente más caras. En cinco años de pacificación, ninguna ONG internacional o local de las centenares que pulularon por Sierra Leona, fue capaz de diseñar un proyecto serio de ayuda laboral para los principales olvidados de la guerra y rescatarles del vacío permanente.
 
Los niños soldados
Miles de niños fueron secuestrados en una de las guerras africanas más sangrientas y convertidos en salvajes combatientes en un ambiente de drogas, violencia y castigos, formando la columna vertebral de la guerrilla y también de algunos grupos irregulares progubernamentales. 
A partir de mediados de 1999, muchos abandonaron las armas y comenzaron su desintoxicación de la violencia en algunos programas de rehabilitación. Los ex combatientes necesitaron horarios rígidos y tener el tiempo ocupado en clases, talleres y deportes.
   Pronto destacó el programa dirigido por el misionero español Chema Caballero, por cuyas instalaciones pasaron más de 3.000 combatientes infantiles, casi la mitad de los 6.845 niños soldados sierraleoneses desarmados. 
 
La Paz
El 12 de enero de 2002 se decretó el fin del proceso de desarme y se anunció oficialmente el fin de la guerra. En una gran pira se quemaron cientos de armas y municiones como acto simbólico. La paz llegaba después de once años de barbarie y destrucción. 
  La ONU organizó una de las operaciones más espectaculares de su historia con grandes inversiones de la Comunidad Europea y los gobiernos estadounidense y británico. Comenzó la reconstrucción en un país donde convive la Edad de Piedra con el siglo XXI. 
 
 
 
 
 
 

 

 

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Gervasio Sánchez